Caminando entre molinos salineros (San Pedro del Pinatar)
San Pedro del Pinatar tiene una seña de identidad especial: sus salinas. Abiertas a dos frentes marítimos, el Mediterráneo y el Mar Menor, este lugar es hoy en día uno de los enclaves húmedos más importantes del litoral murciano.
En época medieval las salinas fueron propiedad de la Corona de Castilla, pero al declararse libre la industria de la sal, Manuel García de Coterillo, un empresario gallego, compra estas salinas en 1880 y decide mejorar sus instalaciones. Una de esas mejoras fue la unión de las tres pequeñas salinas que había: Principal, Renegada y Hospital, junto con la construcción de varios molinos. Sus herederos vendieron las salinas a principios del siglo XX a la Mancomunidad de las Salinas Maritimas de San Pedro del Pinatar, que amplió los charcos salineros ganandole terreno al Mar Menor mediante la mota que va desde el Molino de Quintín al molino de la Calcetera. En 1920 las salinas fueron vendidas a Salinera Española.
Hay diversos estanques según los niveles de concentración de cloruro sódico. Una red de canales permite, por acción de la gravedad y mediante dos puntos de bombeo situados los molinos de Quintín y Calcetera, llevar agua de unas lagunas a otras. Ambos molinos están declarados Bienes de Interés Cultural. Parte del charco almacenador, situado junto al Molino de Quintín, es utilizado para el turismo de salud. Acondicionado con plataformas y pasarelas, las propiedades hipersalinas se los famosos baños de lodo atraen, cada año, a un gran numero de visitantes.
Las salinas de San Pedro conforman un paraje natural privilegiado, y la actividad salinera que en ellas se desarrolla es fundamental para su conservación y equilibrio, cumpliendo así una importante función ecológica.