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1. Sendas y trazados

Podrán presentar la candidatura a Sendero Azul, entre otros organismos, los Ayuntamientos y Mancomunidades, las Autoridades Portuarias, Universidades y Órganos Gestores de Espacios Naturales Protegidos con personalidad jurídica. La mayoría de las candidaturas al galardón Bandera Sendero Azul son presentadas por Administraciones Locales que desean resaltar el valor ambiental y patrimonial de sus senderos. Sin embargo, otros organismos públicos como Universidades y Autoridades Portuarias ya han presentado candidaturas de senderos relacionadas con el dominio público que administran.

Estos organismos serán los responsables de proporcionar la documentación necesaria a ADEAC para formalizar la candidatura de un Sendero Azul. Asimismo, se comprometen a brindar información precisa sobre la situación y estado de conservación de los senderos y sus elementos patrimoniales asociados. Estas entidades deben implementar las mejoras y requisitos derivados del análisis de las candidaturas y de las visitas de control periódicas a los Senderos Azules para obtener o mantener el galardón Sendero Azul. La coordinación que realiza ADEAC del programa tiene como propósito establecer un modelo de gobernanza que garantice una gestión coordinada y activa de los senderos.

Además, las entidades solicitantes deben contar con los permisos correspondientes para llevar a cabo las labores de mejora, conservación y acondicionamiento de los senderos. El ente promotor de los senderos es responsable de realizar el mantenimiento y conservación del sendero, así como de asegurar el cumplimiento de los criterios que rigen la concesión del galardón. También debe asumir la responsabilidad por cualquier daño al medio ambiente o a las personas derivado de un mantenimiento deficiente del sendero.

Los municipios y las entidades promotoras de los Senderos Azules pueden fomentar la presencia de redes de senderos dentro de un mismo municipio y entre municipios vecinos. Si un sendero atraviesa varios municipios, se debe presentar una candidatura conjunta que coordine la acción de las diversas entidades promotoras. No se permiten candidaturas que agrupen en una sola varios senderos que conforman una red, sino que se debe presentar una candidatura única para cada sendero que forme parte de una red municipal o supramunicipal de senderos. De esta manera, un organismo público puede presentar varias candidaturas a Sendero Azul, formando así una Red de Senderos Azules dentro de un mismo municipio.

 

El galardón Bandera Sendero Azul tiene una vigencia de un año, desde que se otorga hasta el lanzamiento de la campaña del año siguiente. Presentar una candidatura a Sendero Azul conlleva una tarifa asociada que cubre el análisis de la candidatura, la elaboración y envío de informes de requisitos, así como su presentación ante el Jurado de Senderos Azules. La tarifa varía dependiendo de si se trata de un nuevo Sendero Azul candidato o de la renovación de una candidatura.

Los formularios y el nivel de información requerida para las candidaturas difieren según se trate de una renovación o una nueva presentación. Las candidaturas para nuevos Senderos Azules pueden presentarse en cualquier momento durante el año, mientras que para las renovaciones se establece un período específico. Al final de este período se llevará a cabo el Jurado Senderos Azules, que será el organismo encargado de otorgar el galardón a los senderos candidatos.

Se considerará como una nueva candidatura al galardón Sendero Azul toda aquella que no haya sido galardonada en la anterior edición.

El ente promotor de los senderos se compromete a retirar la Bandera Sendero Azul si se produce un incumplimiento sistemático de los criterios o si se descubre que la información proporcionada en los formularios de candidatura es inexacta o engañosa. Además, el ente promotor debe responder a los informes de requerimientos solicitados por ADEAC en relación a las visitas de control y el análisis de las candidaturas de los Senderos Azules.

 

El programa Senderos Azules se originó como parte de la iniciativa Bandera Azul. Inicialmente, los Senderos Azules eran rutas que conectaban playas con Bandera Azul, permitiéndonos explorar la cultura y el patrimonio natural de nuestras costas. Es por eso que dentro de los Senderos Azules encontramos paseos marítimos urbanos y otros que destacan la creación de infraestructuras costeras que actúan como espacios verdes para proteger hábitats, como los cordones dunares.

En sus inicios, un Sendero Azul debía incluir en su recorrido una playa, puerto o centro galardonado con la Bandera Azul para ser reconocido. Sin embargo, desde 2022 el programa se ha abierto a la participación de todos los senderos, sin necesidad de estar vinculados a lugares previamente galardonados con la Bandera Azul.

 

Los senderos que han sido homologados por las Federaciones de Montaña son elegibles para el galardón Bandera Sendero Azul. Estas homologaciones garantizan el cumplimiento de criterios relacionados con la señalización y marcado de las rutas. Siguiendo la metodología de las Federaciones de Montaña, se recomienda adjuntar el método MIDE al presentar una candidatura a Sendero Azul. Este método ayuda a estandarizar aspectos como la duración, longitud, tiempo estimado para completar la ruta y la dificultad relativa del sendero.

 

Los senderos candidatos deben tener una longitud mínima de 500 metros y su trazado puede ser lineal, circular o en forma de herradura. Es importante que los senderos estén bien conservados y mantengan un buen estado de mantenimiento. Los Senderos Azules están diseñados para ser disfrutados por todas las personas, por lo que no se deben requerir materiales o técnicas avanzadas para completar el recorrido.

Además, los Senderos Azules deben tener un ancho adecuado que permita el uso compartido por el público. En aquellos senderos donde se permita el paso de bicicletas junto con peatones, el ancho de la senda debe ser de al menos 3,5 a 4 metros para facilitar el uso compartido y evitar conflictos entre los diferentes usuarios. En el caso de senderos y caminos naturales preexistentes, la anchura óptima será aquella que permita una circulación cómoda. En sendas más estrechas de lo recomendado, se debe dar prioridad a los peatones sobre otros medios de transporte permitidos.

 

Los Senderos Azules pueden recorrer entornos naturales, urbanos y rurales, y se aplicarán criterios específicos según el tipo de entorno. Durante la evaluación de las candidaturas, se valorará el tipo de suelo sobre el que se asienta la senda.

En términos constructivos, se deben evitar pendientes superiores al 15% para prevenir la erosión y facilitar el drenaje del sendero. Es recomendable que tanto la superficie del sendero como los terraplenes sean compactos para minimizar la erosión. En ocasiones, será necesario utilizar materiales que estabilicen la superficie del sendero y se debe asegurar que estos materiales sean duraderos y no generen sedimentos perjudiciales para el entorno.

Existen tres tipos principales de senderos: los tradicionales, que ya existen y pueden mejorarse con mínimas intervenciones; los construidos sobre plataformas existentes, como algunos paseos litorales o Vías Verdes; y los de nueva construcción que se adaptan al terreno y promueven infraestructuras verdes, como pasarelas para proteger hábitats sensibles.

En los tramos urbanos, se deben considerar criterios de accesibilidad para todas las personas. Además, se deben tomar medidas de seguridad en tramos potencialmente conflictivos, especialmente en presencia de tráfico rodado. No se premiarán senderos con tramos asfaltados compartidos con un alto volumen de tráfico. Los cruces peligrosos deben estar señalizados y contar con medidas reguladoras o de advertencia.

Es recomendable incluir elementos de seguridad en los senderos, como bandas antideslizantes en áreas húmedas, vallas de separación con el tráfico rodado y barandillas en miradores y zonas cercanas a acantilados y otros accidentes geográficos.

 

Los Senderos Azules pueden tener diferentes tipos de firmes según el entorno por el que transitan. En áreas urbanas, históricas o marítimas, es común usar adoquines, losas de piedra o prefabricadas. En espacios naturales, como cordones dunares o zonas húmedas, se prefieren pasarelas de madera o pasos de piedra. También se pueden considerar tramos especiales para uso deportivo, como es el caso de los carriles bici.

El firme de un sendero acondicionado consta de capas de diferentes materiales superpuestas y compactadas. Es importante que el firme sea seguro y cómodo, resistente a la erosión y adecuado al entorno. Se deben evitar signos de escorrentía y garantizar que los senderos no atraviesen terrenos inestables o resbaladizos.

Los Senderos Azules pueden pasar por diversos tipos de firmes, como paseos marítimos, caminos naturales, zahorra compactada, adoquines, arena, piedra, pasarelas de madera, losas de hormigón, baldosas de cemento y asfalto ecológico. El uso de materiales certificados y sostenibles favorecerá la evaluación positiva de un sendero. La elección del firme debe considerar factores de sostenibilidad, como los usos permitidos, el impacto ambiental, los factores meteorológicos, el uso de materiales locales y la integración paisajística.

Algunos signos de deterioro de la senda pueden ser fisuras en la superficie, encharcamientos, degradación de los bordes y falta de limpieza del firme. Se recomienda instalar bordillos laterales para prevenir la erosión y la invasión de vegetación.

El firme de los senderos deberá de retener una serie características para poder ser galardonado:

  • La superficie de la senda debe ser segura y cómoda para sus usuarios y adecuada al medio sobre el que se asienta.
  • El firme de las sendas construidas debe ser, en líneas generales, homogéneo, sin deterioros ocasionados por la erosión superficial, por la presencia de vehículos no autorizados o por un mal uso y planificación de las infraestructuras.
  • El firme del sendero no debe presentar signos de escorrentía. Estos procesos provocan acanaladuras sobre el terreno que pueden afectar al uso público del sendero y a la pérdida de suelo que, en ocasiones, puede derivar en afecciones a las comunidades biológicas y a las masas de agua próximas al sendero.

Se debe evitar que los Senderos Azules transiten por terrenos inestables o zonas resbaladizas, debiendo señalizarse y estableciendo medidas oportunas para salvaguardar la integridad física de las personas que transitan por los Senderos Azules. No se podrán galardonar, por tanto, senderos que cuenten con tramos con potencial riesgo de derrumbe, así como sendas excesivamente erosionadas en ambientes degradados.

Existen numerosos entornos y tipos de firme por los que pueden discurrir los Senderos Azules: paseos marítimos, caminos naturales, caminos de zahorra compactada, pavimento adoquinado, arena, piedra, pasarelas de madera, losas de hormigón, baldosas de cemento, asfalto ecológico, etc. Además de un adecuado diseño y planificación en su construcción, el empleo de materiales constructivos certificados o con sellos de sostenibilidad apoyará la evaluación positiva de un sendero. El tipo de firme seleccionado para un sendero deberá ajustarse a una serie de factores de sostenibilidad:

  • Empleo de materiales adecuados al tipo de usos permitidos en el sendero.
  • Criterios de sostenibilidad ambiental y de bajo impacto en la selección de materiales.
  • Consideración de los factores meteorológicos a la hora de establecer criterios para la elección de materiales constructivos.
  • Empleo de materiales de la zona y soluciones de menor impacto para la construcción del sendero.
  • Criterios relativos a la integración paisajística de la senda y accesibilidad de la misma. 

La mala elección de materiales puede conducir a efectos negativos sobre la senda. Es importante que estas consideraciones sean tomadas en cuenta en las intervenciones que se tengan planificadas en los senderos, y también tenidas en cuenta por los inspectores de ADEAC en la realización de las sucesivas visitas de control. Algunos signos e indicios del deterioro de la senda pueden ser:

  • Deterioro y fisuración de la superficie.
  • Presencia de encharcamientos y escarificaciones en la superficie del sendero.
  • Degradación de los bordes del camino por desprendimientos y erosión. Este hecho se puede prevenir con la instalación de bordillos laterales en el sendero, que evitan la erosión de los bordes del camino, así como la invasión del sendero por parte de la vegetación.
  • Falta de limpieza del firme a lo largo del trazado de la senda.

 

Los Senderos Azules deben contribuir a la conservación del entorno y garantizar un adecuado uso público. Pueden considerarse como infraestructuras verdes que mantienen la funcionalidad de los ecosistemas y como herramientas para la concienciación a través de la realización de actividades de educación ambiental. El diseño de los senderos debe reducir la fragmentación del hábitat y promover la protección y restauración de los hábitats degradados, fomentando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.

Es importante que el trazado de los senderos no entre en conflicto con el Dominio Público Marítimo Terrestre o Hidráulico. ADEAC se reserva el derecho de consultar a las autoridades pertinentes sobre el cumplimiento de las regulaciones relacionadas con su uso. Además, el diseño de los Senderos Azules debe contribuir a mejorar la resiliencia del entorno natural frente al cambio climático.

 

Los senderos azules requieren sistemas de drenaje efectivos para evitar daños causados por la escorrentía del agua. Los puntos críticos son áreas donde el sendero cruza cauces o tiene pendientes pronunciadas.

Es importante realizar estudios hidrológicos antes del diseño para comprender el drenaje natural y no alterarlo en la medida de lo posible. El control del drenaje implica permitir que el agua se disperse rápidamente de la superficie del sendero para evitar daños y erosión.

Algunas medidas incluyen la creación de peraltes, el uso de vados superficiales y la construcción de cunetas con recubrimientos vegetales. También se emplean franjas filtrantes, drenajes transversales y áreas de infiltración para retener los sedimentos. Es esencial construir los senderos de manera que el agua se pueda drenar rápidamente, evitando pendientes superiores al 15% y garantizando un mantenimiento adecuado de los sistemas de drenaje para la seguridad de los usuarios y la protección de la flora y fauna.

 

Es importante que los senderos se ubiquen lejos de taludes que puedan ser inestables o propensos a desprendimientos. Esto incluye laderas inestables, fondos de valles e incluso llanuras de inundación. Los desprendimientos en los taludes no solo representan un peligro para los usuarios del sendero, sino que también pueden contaminar el entorno al depositar sedimentos en arroyos y cursos de agua cercanos.

Se recomienda evitar la ubicación de senderos cerca de taludes siempre que sea posible. En caso de que no sea factible, es importante mantener los taludes con la menor inclinación posible y estabilizarlos utilizando vegetación u otros métodos para reducir los desprendimientos y la erosión superficial. Se sugiere utilizar especies vegetales con raíces profundas, preferiblemente nativas, para estabilizar los taludes. También es recomendable tomar medidas para reducir la erosión en los cauces, como cubrir los cortes del terreno, terraplenes, salidas de drenaje y cualquier zona expuesta o alterada, con cubiertas vegetales o físicas.

 

Las entidades responsables de los senderos deben realizar un seguimiento de las acciones de mejora y mantenimiento, incluyendo el presupuesto utilizado. Estos datos son importantes para definir indicadores en la evaluación del programa. En el caso de los senderos recientemente promovidos, es necesario proporcionar información sobre la inversión realizada en su creación. Algunos trabajos de mantenimiento clave incluyen:

  • Nivelar la superficie del sendero y mantener un gradiente de inclinación adecuado para facilitar el drenaje del agua.
  • Compactar la superficie del sendero para asegurar una superficie adecuada para su uso.
  • Eliminar roderas, acanaladuras y cualquier alteración que pueda afectar la calidad de la superficie del sendero.
  • Limpiar las cunetas y verificar su funcionamiento para garantizar un adecuado desalojo del agua.
  • Retirar escombros y residuos de los senderos, especialmente en áreas como alcantarillas, cunetas y tuberías que pueden obstruirse.
  • Sustituir o reparar pavimentos, revestimientos de taludes y realizar revegetación en las zonas de amortiguación de impactos.
  • Podar la vegetación a los lados del camino para mejorar la visibilidad y la seguridad del tránsito.
  • Reemplazar señales, paneles e infraestructuras dañadas en el sendero.
  • Colocar enrocado de protección a lo largo de los márgenes de arroyos y en las infraestructuras, ya que la socavación puede erosionar las bases de puentes y alcantarillas, causando daños en estas estructuras.

Instalar filtros y geotextiles para evitar el movimiento del suelo detrás del enrocado de protección y permitir el drenaje del agua subterránea sin generar desprendimientos ni movimiento de materiales.