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3. Conservación y gestión del patrimonio natural y cultural

Es fundamental tener conocimiento de los posibles impactos ambientales que puede generar un sendero en el medio ambiente. Se debe prestar especial atención a su proximidad a cursos fluviales, ya que los sedimentos erosionados del sendero pueden llegar a entrar en arroyos, estuarios, lagunas y humedales. Es importante también comprender cómo las aguas subterráneas asociadas al sendero pueden verse afectadas, ya que su acondicionamiento y construcción pueden interferir con los caudales de estas aguas.

La implementación de senderos puede tener impactos en la conservación de la fauna y flora silvestres. Algunos de los efectos posibles en la fauna incluyen un aumento en la mortalidad de peces debido a la alteración de los cauces, la perturbación de rutas migratorias y la pérdida de áreas de nidificación o cría. Estos efectos pueden ocurrir si los senderos fragmentan el hábitat, especialmente en espacios designados como Hábitat de Interés Comunitario.

Las actividades humanas dentro de los Senderos Azules también pueden provocar diversos impactos, como la presencia de basura, el desarrollo de actividades no autorizadas como la caza furtiva, la pesca sin permiso y la extracción de recursos forestales sin las autorizaciones correspondientes. Además, existen otros posibles impactos, como la ocupación de terrenos o el uso de vehículos en áreas no autorizadas.

En cuanto a la flora, la construcción y puesta en marcha de los senderos pueden propiciar la aparición de especies invasoras y afectar a especies vegetales protegidas, como las que se encuentran en los sistemas dunares. Por lo tanto, es necesario implementar medidas para evitar el impacto en las especies vegetales que requieren protección por parte de las autoridades.

Desde una perspectiva ambiental, el objetivo principal al trazar un sendero es evitar la pérdida de valor ambiental del entorno.

Antes de implementar un Sendero Azul, es crucial identificar las áreas ambientalmente vulnerables, como aquellas que son geológicamente inestables o propensas a inundaciones. Asimismo, se deben evitar zonas problemáticas, como ubicar senderos en áreas con alto riesgo de deslizamientos de tierra, caídas de rocas o pendientes pronunciadas con más del 60% de inclinación. También es importante evitar senderos en el fondo de cañones estrechos o en las llanuras de inundación de ríos.

Una planificación deficiente de los senderos puede resultar en altos costos de mantenimiento y reparación, además de contribuir únicamente a una erosión excesiva del entorno y a la insatisfacción de los usuarios.

Es fundamental controlar y mitigar la erosión generada por los senderos, así como proteger y mejorar la calidad de los cuerpos de agua asociados a ellos, para garantizar que no afecten al medio ambiente. Mantener una buena calidad de las comunidades biológicas y del agua es esencial para la salud ambiental y la calidad de vida de los diversos ecosistemas.

El control de la erosión y la protección de la calidad del agua son aspectos esenciales para la calidad de vida, la salud de los bosques y los ecosistemas. Las áreas y zonas verdes desempeñan un papel vital en la producción, purificación y mantenimiento del agua limpia, así como en la infraestructura verde. Por lo tanto, es crucial adoptar criterios de diseño adecuados para garantizar la conservación del medio ambiente.

La planificación de los senderos debe contribuir a mantener las condiciones de los cursos y arroyos naturales, permitiendo el paso de organismos sin que el sendero represente una barrera que fragmente el hábitat. Se deben minimizar las alteraciones a los arroyos naturales y controlar el flujo del agua superficial sobre el sendero mediante métodos adecuados de drenaje. Además, si el sendero representa una amenaza para el medio ambiente, se deben implementar medidas apropiadas para la estabilización de taludes.

Entre las medidas típicas de mitigación de problemas ambientales en los senderos se incluyen:

  • Construcción de estructuras adicionales de drenaje transversal para reducir la concentración de agua y problemas de erosión.
  • Planificación del trazado del sendero para evitar zonas sensibles.
  • Construcción de alcantarillas para asegurar una correcta evacuación del agua y evitar la formación de barranquillas.
  • Planificación de los trazados para evitar la fragmentación del hábitat de la fauna silvestre y evitar cruzar zonas de distribución de especies en peligro.
  • Instalación de pasos seguros para la fauna silvestre y medidas para prevenir atropellos de animales.
  • Las alcantarillas e infraestructuras para cruzar cauces deben minimizar los impactos en las comunidades biológicas y no ser una barrera para el paso de peces.
  • Implementación de medidas compensatorias, como la reforestación con especies nativas de rápido crecimiento y raíces profundas para estabilizar el terreno.
  • Identificación y control de especies invasoras de flora y fauna, y aplicación de planes y medidas específicas para su control y erradicación.

En las candidaturas de los Senderos Azules es importante reflejar los diversos tipos de hábitats y los valores medioambientales presentes en el sendero. Se solicitará un inventario de la biodiversidad, especialmente de especies protegidas y endemismos que se encuentren a lo largo del trazado.

Esta caracterización ambiental no solo es útil para elaborar guías interactivas sobre los senderos, sino que también es la base para alcanzar los objetivos de la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y Conectividad y Restauración Ecológica (ENIVCRE). Asimismo, se deberán identificar los Espacios Naturales Protegidos asociados a los Senderos Azules.

Las labores periódicas de conservación y mantenimiento en los senderos deben tener como objetivo preservar la funcionalidad y los servicios de los ecosistemas del entorno. En las candidaturas, los municipios deben especificar las actividades relacionadas con la conservación y el mantenimiento del sendero y sus valores ambientales. Estas actividades pueden incluir:

  • Naturalización de sendas en desuso.
  • Eliminación de especies invasoras.
  • Limpieza y eliminación de vertederos.
  • Eliminación de atajos que causen erosión en el entorno.
  • Acciones para la prevención de incendios forestales.

Toda esta información sobre las acciones de conservación y mejora en los senderos debe comunicarse a los visitantes, ya sea incorporándola en guías interactivas, paneles o folletos informativos.

Es necesario prestar especial atención a los Senderos Azules litorales que atraviesen Hábitats de Interés Comunitario, especialmente en relación a los hábitats de humedales, praderas de plantas marinas y sistemas dunares. Además de servir como Corredores Ecológicos, estos senderos pueden desempeñar un papel clave en el mantenimiento de la Infraestructura Verde. Por lo tanto, se deben establecer medidas adecuadas para garantizar la protección de estos hábitats, como la instalación de cercas que eviten el pisoteo en áreas sensibles.

En la candidatura del sendero es importante especificar cómo se realiza la puesta en valor del patrimonio cultural e histórico asociado al sendero. Se recomienda que los senderos incorporen información sobre los lugares de interés mediante carteles, paneles informativos y otras vías, como las guías interactivas disponibles en el sitio web https://www.senderosazules.org, editadas por ADEAC.

Los Senderos Azules deben promover la rehabilitación del paisaje y sus elementos constructivos tradicionales, fomentando la recuperación de actividades rurales tradicionales y sus aspectos culturales asociados. Además, deben impulsar el turismo cultural y apoyar, en la medida de lo posible, la industria artesanal local. En caso de que existan aspectos arqueológicos en el entorno, los Senderos galardonados contribuirán a su conservación, divulgación y puesta en valor. ADEAC considera que una gestión adecuada de estos aspectos puede revitalizar ciertas áreas, creando un nuevo punto de interés cultural, educativo y turístico.